Este martes, el cine español pierde a uno de sus rostros más reconocibles y queridos. Manolo Zarzo, actor incansable y figura clave en la historia de la interpretación en nuestro país, ha fallecido a los 93 años, según ha confirmado la Unión de Actores y Actrices. Con él se marcha no solo una voz veterana del oficio, sino también un pedazo de la memoria audiovisual de varias generaciones.
Zarzo, nacido en Madrid en 1931, dedicó más de siete décadas a la interpretación. Su debut en el cine llegó a los 19 años y desde entonces encadenó proyectos con una intensidad inusual incluso para su tiempo. A lo largo de su carrera participó en más de 170 películas, dejó huella en el teatro y también se convirtió en rostro habitual de la televisión.
Pocos actores pueden presumir de una filmografía tan amplia y diversa. Su nombre figura en títulos emblemáticos como Los golfos, de Carlos Saura, La colmena, Los santos inocentes o Entre tinieblas, de Pedro Almodóvar. Su versatilidad lo llevó a moverse con naturalidad entre el drama más crudo y la comedia popular, sin perder autenticidad ni fuerza interpretativa.
Pero Zarzo no fue solo un actor de cine. También brilló sobre los escenarios teatrales y en televisión, donde se dejó ver en series tan recordadas como Fortunata y Jacinta, Juncal, El Súper, Compañeros, Aquí no hay quien viva o Cuéntame cómo pasó. Su presencia, siempre reconocible, aportaba carácter a cada papel, por pequeño que fuera.
A lo largo de su carrera trabajó con algunos de los grandes nombres de la dirección española: Mariano Ozores, Pedro Lazaga, Jaime de Armiñán, Juan Antonio Bardem, Carlos Saura o José Luis Garci. Pero su talento también traspasó fronteras, participando en producciones francesas e italianas, y compartiendo cartel con figuras como Marcello Mastroianni, Monica Vitti o Ettore Scola.
Este martes, sus restos mortales han sido trasladados al Tanatorio de Pozuelo de Alarcón, donde se espera que acudan numerosos compañeros de profesión, amigos y familiares para despedirle. La Unión de Actores y Actrices lo ha definido como “una referencia generacional” y ha subrayado que “su trayectoria encarna la historia del cine y del teatro español”.
Zarzo pertenecía a esa generación de intérpretes que forjaron la industria con oficio, con entrega y con una capacidad infinita de adaptación. Lejos de buscar el foco mediático, su trabajo hablaba por él: serio, constante, y lleno de matices. Un actor de los de antes, que supo evolucionar sin renunciar nunca a su esencia.
Con su muerte, se cierra un capítulo de la cultura española. Uno que nos recuerda la importancia de quienes, con humildad y talento, ayudaron a construir nuestro imaginario colectivo. Y también, que detrás de cada gran historia en pantalla, hay actores como Zarzo: comprometidos, generosos y, sobre todo, inolvidables.