La polémica en Zahara de los Atunes por el uso del símbolo de la raspa de pescado ha terminado salpicando a Paz Padilla y a su hija, Anna Ferrer Padilla. La icónica figura, presente desde hace más de dos décadas en el imaginario local, se ha convertido en objeto de disputa después de que comerciantes de la zona manifestasen su malestar al descubrir que el diseño había sido registrado como marca comercial. A raíz de esto, las críticas no han tardado en aparecer, especialmente en redes sociales, y la familia Padilla ha decidido responder públicamente.
Paz Padilla emitió hace unos días un comunicado aclarando que la solicitud para registrar el símbolo no fue una decisión personal, sino un procedimiento iniciado por la Oficina Española de Patentes y Marcas. Sin embargo, los vecinos y comerciantes de Zahara consideran que la apropiación del símbolo por parte de la firma “No Ni Ná” —fundada por madre e hija— va en contra del espíritu popular de la raspa, que ha sido un emblema no oficial del pueblo durante años.
Ante la tensión generada, Anna Ferrer ha querido hablar directamente sobre el tema. A su llegada a Madrid tras unos días de descanso, la influencer atendió a Europa Press para dejar clara su postura: “Me parece feo. Es duro escuchar que te dicen que no eres de tu tierra, cuando siempre llevamos Cádiz por bandera”. Unas palabras que resumen el sentir de la familia, que insiste en que nunca ha querido apropiarse de un símbolo cultural, sino construir una marca con identidad y arraigo personal.
Anna también ha intentado rebajar el tono de la controversia asegurando que este tipo de conflictos “son cosas que pasan todos los días en las marcas” y que la raspa que aparece en su firma no es “una raspa universal”. En ese sentido, quiso explicar que el registro se refiere al diseño específico que utilizan en su logotipo, y no al símbolo genérico que muchos asocian con Zahara.
Más allá de la polémica, Anna se mostró serena y centrada en su comunidad de seguidores: “Solo queríamos aclararlo para mis seguidoras y para la gente que nos conoce, para que sepan la verdad. Lo demás me da igual”. También aprovechó para subrayar el esfuerzo y el trabajo que hay detrás de “No Ni Ná”, una marca que considera una parte fundamental de su trayectoria profesional.
A pesar del ruido generado, madre e hija parecen decididas a no alimentar más el conflicto. “Estoy tranquila por ese lado”, afirmaba Anna. “Sé que la gente que me sigue sabe lo que significa esta marca para nosotras”. Una respuesta que busca cerrar el capítulo con elegancia, aunque el debate en Zahara —donde la raspa es casi un símbolo sentimental— sigue abierto.