Es sábado y la ciudad entera lo sabe. Dado las fechas, muchos de los edificios tiñen sus fachadas de color morado, el Día Internacional de la Mujer se acerca, y uno de los Teatros de Gran Vía, el Teatro Rialto, abre sus puertas una vez más. Su cartel lo pone alto y claro: sean todos bienvenidos a «La Jaula de las Locas».
La platea y ambos palcos no tardan en llenarse. Los espectadores se sientan con cierta lentitud en sus butacas con tarros atestados de palomitas y chocolatinas. Todo el mundo comenta lo mucho (y bien) que han oído hablar de este musical. Y sin darnos cuenta, las luces se apagan y tres, dos, uno, comienza el espectáculo.
Imaginaos que sois una pareja llamada Albin y Georges, y que sois propietarios del club nocturno, “La Cage aux Folles” de Saint Tropez. Os va muy bien, pero un día vuestro hijo, Jean Michel, os dice que se va a casar con la hija de un diputado ultraconservador, acérrimo defensor de los valores más tradicionales en la vida familiar. Así que, el encuentro entre dos familias tan distintas desatará, mediante una comedia, una historia llena de amor y, sobre todo, situaciones delirantes.
Es una historia inspirada en la obra de Jean Poiret, y el musical es fruto de la imaginación (y del talento) de Jerry Herman y Harvey Fierstein. Con nueve premios Tony y tres Drama Desk Award, «La Jaula de las Locas» se ha representado en numerosas ocasiones por todo el mundo desde su estreno. A España llega gracias a la dirección de Àngel Llàcer y Manu Guix.
«La Jaula de las Locas» es el resultado de un conglomerado de pequeños detalles que encajan milimétricamente a la perfección: una puesta en escena apoteósica, una iluminación elegante, un vestuario digno de las grandes divas de Hollywood y, en definitiva, un ambiente cabaretesco real, sorprendente y lleno de magia dramática
¿Pero por qué hay que venir a ver este musical? En primer lugar, porque es un canto a la libertad, tanto individual como colectiva. «La Jaula de las Locas» es el resultado de un conglomerado de pequeños detalles que encajan milimétricamente a la perfección: una puesta en escena apoteósica, una iluminación elegante, un vestuario digno de las grandes divas de Hollywood y, en definitiva, un ambiente cabaretesco real, sorprendente y lleno de magia dramática.
Las actuaciones por parte del reparto brillan sin la necesidad de focos. Hay química entre los numerosos actores y actrices que componen esta superproducción. La platea responde, se levanta, aplaude e incluso se emociona con cada verso del guion. Las canciones están en su sitio, son letras ingeniosas con un gran mensaje. No hay notas fuera de tono y las coreografías, descoordinadas en algunos puntos, rescatan la esencia del verdadero cabaret. Porque en el cabaret, señoras y señores, nada es perfecto. Al fin y al cabo, como en la vida misma.
Así que pasen, vean y disfruten de «La Jaula de las Locas», en el Teatro Rialto de Madrid. No se arrepentirán.
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