Hoy he vuelto a pensar en ella. Ha sido gracias a Taylor Swift. Hacía mucho tiempo que no escuchaba a Taylor Swift, pero con motivo del lanzamiento de Red (Taylor’s Version) he vuelto a escucharla y he vuelto a pensar en ella. Ha sido raro. Sonaba ‘Begin Again’, una de esas canciones que tantas veces había reproducido, que tanto había cantado y con la que alguna vez lloró. No recuerdo cuándo fue la última vez que escuché ‘Begin Again’. Supongo que de ahí el nudo en la garganta y la piel de gallina. Supongo que, por eso, fue inevitable pensar en ella.

Confieso que pensar en ella a veces me hace daño. Volver a ella es volver a un tiempo raro. Ella es la niña enfrentada a una adolescencia tan precoz como deseada, que jugaba a crecer estando muy lejos de ser mayor. Pienso en ella y vuelvo a una habitación que siempre atesorará infancia, por mucho que ella se empeñase en guardar en cajas sus muñecas. Vuelvo a la cama, al diario y al libro de la mesita de noche, a las pilas de revistas y a Taylor Swift. Pensar en ella es ahondar en un rinconcito de memoria que huele a limpio y que siempre se supo seguro, porque consiguió hacer de él refugio de un afuera que no siempre le gustaba.

En esa habitación sonaba con frecuencia ‘Begin Again’. También sonaba ‘Mine’, ‘White Horse’ o ‘Back to December’, porque en ella siempre predominó esa ensoñación melancólica de quien idealiza del amor hasta que le rompan el corazón (pese a que ahora se empeñe en negarlo). A veces soñaba con que en esa habitación podría forjarse una historia como la de ‘You Belong With Me’, o dar carpetazo a otra con la fuerza de ‘We Are Never Ever Getting Back Together’, o simplemente gozar por fin de ser mayor como en ‘22’. Otras veces, por afinidad con la realidad, sonaba ‘Mean’, y por un ratito solía bastar.

«También me gustaría decirle que, a riesgo de decepcionarla, siento que no nos separa tanto, porque aunque ya conozca bastante bien lo que se cuenta en ‘22’, a veces huyo a esa habitación de infancia a llorar cuando suena ‘Begin Again’».

Volver a Taylor Swift es volver a ella y a todos los escenarios que esas canciones fueron construyendo en su cabeza. Todas ellas fueron la banda sonora de una historia escrita por diversión o evasión, como cuento para dormir o como vía de escape. Historias de avance y amor, promesas de un futuro hecho a medida, una zona de confort creada como castillos en el aire que fueron más que suficiente para la niña que, sin dejar nunca de serlo, solo quería crecer. En el crecimiento, caídas y piedras, y un retal de imaginación que jugaba a ser proyecto para ocultar que, en realidad, era salvavidas.

Hacía tiempo que no pensaba en ella. A decir verdad, suelo olvidarla bastante: olvido que sin ella no habría yo. Porque ella escribió muchas de las historias que hoy son proyecto, pero no me atrevo a decírselo. También me gustaría decirle que, a riesgo de decepcionarla, siento que no nos separa tanto, porque aunque ya conozca bastante bien lo que se cuenta en ‘22’, a veces huyo a esa habitación de infancia a llorar cuando suena ‘Begin Again’. Pero, sobre todo, quiero pedirle perdón. Quiero disculparme por olvidarla y apartarla a conciencia de mi mente cuando aparece el interrogante de si estaría orgullosa de mí, por apartarle la mirada por miedo a su juicio y por miedo a reencontrarme con heridas que sé de sobra que no están cerradas.

«Reconozco que me da vértigo volver la vista atrás (o más bien mirar hacia adentro), pero no puedo no emocionarme al repasar su viaje, el de ella, que es el mío, y ver cómo hemos crecido queriendo y sin querer».

En realidad, me gustaría abrazarla y darle las gracias. Porque ‘Begin Again’ me hace llorar, pero también me pone la piel de gallina. Reconozco que me da vértigo volver la vista atrás (o más bien mirar hacia adentro), pero no puedo no emocionarme al repasar su viaje, el de ella, que es el mío, y ver cómo hemos crecido queriendo y sin querer, cómo esos miedos fueron forjando el coraje y la valentía para trasladar la zona de confort de los castillos en el aire a una realidad cada vez más amable, con la ventaja de quien sin saberlo se ha asegurado para siempre un hogar.

Cariño, siento no haberte dado la historia de amor de las canciones de Taylor Swift, y que ser mayor no sea lo que pensábamos leyendo las páginas de la Bravo, pero quiero que sepas que sin ti no estaríamos aquí,  y aunque las cosas no sean tal y como las soñábamos, espero que estés orgullosa de mí.

Elena Romero

Estudiante de Periodismo y Humanidades en la Universidad Carlos III de Madrid. Muy del arte, muy del Sur, y muy de dejarme atrapar por las vueltas de la vida. De mayor quiero no dejar de aprender nunca.

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Elena Romero

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