Hay días que empiezan como cualquier otro: una reunión, un paseo por la Gran Vía, ese café que se enfría entre correos electrónicos y conversaciones a medias. Pero de pronto, algo cambia. Te dejas llevar por el antojo -o por el consejo de alguien que te habla con los ojos brillando- y acabas subiendo al primer piso del hotel Hyatt Centric Gran Vía Madrid. Allí, escondido como un secreto bien guardado, está Hielo y Carbón, un restaurante que este 2025 ha decidido no solo conquistar el paladar, sino también el alma.
Su nueva propuesta se llama 5 Senses, y no es una carta al uso. Es un recorrido emocional, un menú que acaricia la piel, que despierta recuerdos y te lleva de viaje sin moverte del centro de Madrid. A cada bocado, un sentido. A cada plato, una historia.
El viaje comienza con los aperitivos, pensados para sorprender desde el primer mordisco. Hay un brioche crujiente de cangrejo con pico de mango que te recuerda a un verano en la costa, un tartar de dorada con cítricos que cruje al oído cuando muerdes su cono, un niguiri de wagyu flambeado que se funde como un suspiro, y una croqueta de churrasco al chile ahumado que podría resumir la palabra “abrazar”.
Entre los entrantes, el tiradito de corvina con leche de tigre y aguacate a la brasa sabe a mar y a fuego, a cocina peruana reinterpretada con respeto y descaro. La burrata pugliese llega arropada por berenjenas asadas y vinagreta de dátiles, una versión audaz que te hace pensar que ya nada volverá a saber igual.
Pero si hay un plato que lo cambia todo, es el secreto ibérico laqueado al carbón. Servido con caldo de ramen y huevo crujiente, es como si Japón y Andalucía hubiesen decidido reconciliarse en un abrazo ahumado y jugoso. A su lado, el pulpo en Josper, con crema de maíz, aguacate y mole negro, juega con texturas y equilibrios que no sabes si comer o aplaudir.
Y luego están los postres. Porque claro, toda buena historia necesita un final inolvidable. Hay mousse de yuzu con bizcocho de té matcha, chocolate al 70% con gelatina especiada y una nube de algodón que parece sacada de una feria de infancia. Cada uno te deja una sonrisa, como esa última cucharada que no quieres que se acabe nunca.
La experiencia puede vivirse a la carta o a través de un menú degustación que captura la esencia del concepto 5 Senses. Y aunque suene a lujo, hay algo muy íntimo y humano en todo esto. Porque más allá de la técnica o la creatividad, en Hielo y Carbón se cocina con algo que no se enseña en ninguna escuela: emoción.
Así que si un día cualquiera te apetece sentir algo extraordinario, ya sabes dónde sentarte. Deja que te cuenten un cuento a través del sabor. Y prepárate para escucharlo con los cinco sentidos.
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