Netflix lo ha vuelto a hacer. Su nueva serie, Olympo, se ha colado en el top 1 nada más estrenarse y no es casualidad. La fórmula ya la conocemos: adolescentes guapos, secretos, drama, algo de sexo y mucho conflicto. Pero esta vez, el envoltorio cambia. No estamos en un colegio pijo, sino en un centro de alto rendimiento deportivo. Y ese giro lo cambia todo.
La historia se centra en Amaia Olaberria (interpretada por Clara Galle), una nadadora de élite que vive por y para el deporte. La presión es altísima y todo salta por los aires cuando su mejor amiga empieza a superarla. A partir de ahí, Olympo mezcla competición, envidias, dopaje, sexualidad y traiciones en una espiral que engancha desde el minuto uno.
Lo más interesante de la serie no es solo el drama —que lo hay, y mucho—, sino cómo se retrata el deporte de élite como una forma de vida. Aquí no hay descanso, ni margen para el error. Las protagonistas entrenan hasta el límite, comen milimétricamente y viven controladas por marcas, patrocinadores y entrenadores que muchas veces presionan más de lo que apoyan. Todo por llegar a los Juegos Olímpicos, aunque el precio sea altísimo.
Visualmente, es muy Élite, sí. Planos cuidados, estética llamativa y cuerpos perfectamente esculpidos. Pero a diferencia de aquella, Olympo se atreve a ir un poco más allá. Hay escenas duras, momentos incómodos y una crítica velada (o no tanto) al sistema que rodea el alto rendimiento. Se habla del dopaje sin rodeos, se denuncian prácticas homófobas, y se rompe con la idea de que los deportistas son solo máquinas de ganar medallas.
¿Es perfecta? No del todo. El primer capítulo no termina de despegar y algunos personajes aún necesitan más desarrollo. Pero a medida que avanza, la serie coge ritmo y se vuelve mucho más potente. El final, sin hacer spoiler, deja claro que esto solo es el principio.
Personalmente, me ha parecido una propuesta muy interesante. Es una serie que atrapa, que tiene ritmo, pero también fondo. Me gusta que se haya dejado atrás el cliché de la chica delgada y frágil, y que ahora la fortaleza física sea el nuevo canon. Clara Galle, además, brilla con luz propia en este papel, con un físico trabajado y una interpretación bastante sólida.
Olympo no solo quiere ser la nueva Élite, quiere superarla. Y lo hace hablando de esfuerzo, de salud mental, de sacrificios reales. Quizá no lo consiga del todo en esta primera temporada, pero está claro que tiene algo diferente. Y eso, en un mar de ficciones adolescentes, ya es bastante.