Apenas ha cumplido los 17 años y ya es una de las grandes figuras del fútbol europeo. Lamine Yamal no solo brilla en el campo, también ha conseguido colarse en las portadas de la prensa generalista por su reciente escapada a Sicilia, donde ha compartido unos días de vacaciones con la influencer gallega Fati Vázquez, de 29 años. La convivencia entre ambos ha generado un revuelo que trasciende lo personal y abre un debate sobre la percepción pública de las relaciones —o amistades— entre personas con una diferencia de edad significativa, especialmente cuando la mayor es ella.
Una joven promesa y una influencer consolidada
Lamine Yamal nació en julio de 2007. Con apenas 15 años debutó en el primer equipo del FC Barcelona y desde entonces ha acumulado hitos históricos: más de 90 partidos con el club catalán, goles decisivos en LaLiga, y una Eurocopa con la selección española que lo ha consagrado como la gran promesa de una generación.
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Por su parte, Fati Vázquez es conocida por su faceta como creadora de contenido sobre salud mental, autocuidado y deporte. Con más de un millón de seguidores y un libro publicado, la gallega se ha labrado una imagen sólida en redes sociales, al margen de la prensa del corazón. Al menos, hasta ahora.
Las imágenes que lo desataron todo
El origen de la polémica nace de unas imágenes compartidas por ambos desde la isla italiana de Pantelleria. Aunque no aparecieron juntos en ninguna publicación, los planos similares, los comentarios cruzados y las actividades compartidas (como montar en moto de agua) no pasaron desapercibidos. En cuestión de horas, se dispararon los rumores sobre una supuesta relación entre ambos.
Las críticas no tardaron en llegar, muchas de ellas dirigidas directamente a Fati. Desde acusaciones graves en redes hasta amenazas personales, la situación la obligó a dar explicaciones públicamente: “No entiendo por qué se me está acusando de algo que no ha sucedido. Somos dos personas que han coincidido en unas vacaciones y nada más”, aclaró en un vídeo. Por parte de Lamine, ni confirmación ni desmentido, aunque su entorno ha insistido en que entre ambos solo hay una amistad.
Si fuera al revés…
La pregunta resulta inevitable: ¿estaríamos hablando con el mismo tono si la situación fuera al revés? Es decir, si un hombre de 29 años compartiera vacaciones con una chica de 17, ¿la reacción pública sería la misma? Probablemente no. Y eso no significa que la preocupación por proteger a un menor no sea legítima, pero sí revela un doble rasero evidente: cuando la mayor es ella, la sospecha recae con una dureza muy particular, muchas veces acompañada de un juicio moral que no siempre tiene fundamento.
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El debate no es nuevo, pero casos como este lo vuelven a poner sobre la mesa. ¿Es posible una amistad entre personas con 12 años de diferencia sin que implique segundas intenciones? ¿Hasta qué punto debe una persona adulta responsabilizarse del impacto que su cercanía con un menor puede tener en la opinión pública? Y, por otro lado, ¿no estamos infantilizando en exceso a jóvenes que —como Lamine— han demostrado tener una madurez excepcional?
Más allá del revuelo
Hasta el momento, no hay ninguna prueba que indique una relación más allá de la amistad entre Lamine Yamal y Fati Vázquez. Sin embargo, el debate que han generado sus vacaciones sí deja en evidencia cómo la sociedad sigue juzgando las relaciones con diferentes varas de medir dependiendo del género.
Lo esencial en este caso es recordar que, más allá de los titulares, se está hablando de dos personas públicas, con derechos, con vidas privadas, y con la capacidad —cada uno en su contexto— de decidir con quién comparten su tiempo. Mientras no haya nada fuera de la ley, ni nada que indique lo contrario, quizá el escándalo esté más en nuestra forma de mirar que en lo que realmente ha ocurrido.