Un café con..

Dave Santleman y «El triángulo rosa»

“Aquel que no conoce su historia, está condenado a repetirla” fue la frase con la que Napoleón Bonaparte quiso concluir que, aquellos países que no conocen su pasado, están destinados a vivir día a día cometiendo los mismos errores. Únicamente aquellos capaces de estar bien informados, críticos, pensantes, serán los que puedan controlar y solucionar la situación que los ha llevado a estar en ese punto.

Así, Dave Santleman ha querido prevenirnos. Con su nuevo libro “El triángulo rosa”, ha querido ilustrar una parte de la historia, que tal vez muchos han intentado dar de lado y perder en el olvido. Una historia que nos introduce en los campos de concentración durante la Segunda Guerra Mundial, donde distintos colectivos fueron perseguidos, entre ellos los homosexuales.

¿Fue a raíz de la entrevista de Rudolf Brazda, el último superviviente conocido portador del triángulo rosa, el correspondiente al de los varones homosexuales, lo que te animó finalmente a escribir el libro?

Realmente fue porque me sorprendió muchísimo que yo, que formo parte del propio colectivo y no soy ningún erudito, pero soy una persona que intenta estar en el mundo, que me gusta leer, que me gusta saber, no supiera qué eran los triángulos rosas.

Leyendo la historia de Rudolf Brazda me pareció increíble que nadie me hubiese explicado nunca que la comunidad judía no fuese la única que se persiguió durante la Segunda Guerra Mundial. Había un montón de colectivos que también se vieron afectados. En los campos de concentración había toda una clasificación de colores en base a estos triángulos para distinguir a este tipo de prisioneros. Entonces yo dije ¿cómo es posible que algo tan importante y que ha definido de una manera tan fuerte quiénes somos haya caído en el olvido?

Y hablando con amigos y con gente que también forma parte del mismo colectivo, tampoco lo sabían. Pensé que esto era peligrosísimo porque la única manera de evitar que la historia se repita es recordándola. Nos estamos olvidando de las cosas por las que hemos tenido que pasar para poder llegar al punto en el que estamos hoy y es una posición muy peligrosa.

¿Y no crees que es un poco arriesgado elegir como contexto los campos de concentración durante la Segunda Guerra Mundial?

Pues mira, no sé si está bien o no, pero yo consideraba que eran historias que merecen ser contadas, independientemente del riesgo que suponga. Los personajes de mi novela son personajes de ficción, pero Rudolf Brazda fue una persona real y como él, tantísimos otros sufrieron auténticas barbaridades en los campos de concentración.

A los homosexuales los torturaban, los mataban para que diesen los nombres de otros miembros del colectivo para que pudiesen ir a perseguirlos. Independientemente de que sea peligroso y que algunas historias puedan resultar incómodas de escuchar, es importante que sean contadas porque se merecen que se honre su memoria.

«Nos estamos olvidando de las cosas por las que hemos tenido que pasar para poder llegar al punto en el que estamos hoy y es una posición muy peligrosa»

Tu libro está ambientado en los campos de concentración de la Segunda Guerra Mundial. Así que doy por hecho que habrás tenido que llevar a cabo un proceso de documentación y búsqueda de información. ¿Cuánto duró tu proceso de documentación y cómo lo llevaste a cabo?

Inicialmente el libro iba a ser una obra de teatro. Entonces, el proceso de documentación fue variado. Al principio me documenté para una obra de teatro, que no requería de una información tan exhausta porque el texto no es tan amplio. Cuando finalmente decidí que quería cambiarle el formato tuve que añadir un montón de información adicional y profundizar más en lo que viene a ser la documentación. Tardé unos dos o tres meses aproximadamente. El problema era que no hay información accesible sobre el holocausto nazi, sobre lo que viene a ser la persecución. De la Segunda Guerra Mundial hay un montón de información, pero concretamente sobre el colectivo LGTB, no tanta. Tuve que indagar bastante.

¿Y has cambiado el final después de escribirlo?

El final en concreto, no. El final lo tenía muy claro desde un primer momento, pero sí que es cierto que cambié varias cosas. Evidentemente en el proceso de escribirlo se lo vas enviando a personas de tu confianza para que te den un feedback. Y tengo una muy buena amiga que es periodista y me estuvo ayudando bastante desde el primer momento. Uno de los primeros borradores que le envíe se lo leyó y me mandó un montón de notas. Me dijo “el libro está genial Dave, pero ¿dónde están las mujeres? en tu «El triángulo rosa» solamente aparece una mujer y es el alivio cómico del libro, pero no tienen relevancia».

Después de esa crítica, me paré a pensar y dije “esto hay que cambiarlo, tengo que representar a la mujer dentro del libro, tengo que darle un papel relevante”. Además, la mujer durante esta época, aunque estaba bastante limitada por la sociedad, también jugó un papel muy importante en la historia.

Entonces, sin hacer spoiler y sin revelar nada, las madres en concreto y otro tipo de mujeres también tienen presencia en el libro. Por ejemplo, aparece Clare Hollingworth, que es otra periodista que ha caído en el olvido y no entiendo por qué. Era una periodista corresponsal de guerra y fue la primera periodista del mundo en dar el anuncio del estallido de la Segunda Guerra Mundial.

«Todavía hay 72 países en el mundo en los que, se persigue al colectivo, se le criminaliza y algunos tienen incluso pena de muerte»

 

También has creado obras de teatro como “Impulso” ¿qué preferías no volver a escribir obras de teatro o no volver a publicar un libro?

Pues preferiría no volver a escribir un libro porque yo creo que la experiencia final de hacer una obra teatral es mucho más satisfactoria. Cuando escribes un libro el proceso es muchísimo más complejo y cuando ya lo has terminado y lo sacas al mundo, no puedes ver las reacciones de la gente. Las personas se lo leen y a lo mejor luego te dejan una review o se te acercan cuando estás en una presentación y te comentan lo que les ha parecido.

Pero en el teatro, puedes ir el día del estreno y si no participas en la obra, es decir, si simplemente la has escrito, sentarte en el público y ver materializado en un escenario cómo te lo imaginabas. Puedes ver en directo y en ese mismo instante la reacción de la gente. Te pones a mirar en la misma fila o justo detrás o delante de ti y estás viendo las caras de la gente y cómo están reaccionando. Es una sensación tan gratificante que yo creo que, si tuviese que escoger entre una cosa u otra, escogería poder seguir escribiendo guiones teatrales.

Debido al estado de alarma se ha tenido que posponer la presentación de tu libro obviamente ¿tienes otro día programado para llevarlo a cabo?

No tengo una fecha concreta, lo que sí que tengo es un acuerdo con el local donde quiero hacerlo Impact Hub de la calle Piamonte. Estamos muy ilusionados con la idea porque parte de los beneficios del libro van destinados a una asociación.

Vamos a hacer una presentación colaborativa con la asociación y estamos muy emocionados. Como no sabemos realmente cuándo se va a poder volver a organizar eventos con multitudes de gente, no tenemos una fecha concreta. En algún momento que podamos volver a la normalidad lo llevaremos a cabo, sin lugar a dudas.

«Nos hemos dado cuenta de que estamos consumiendo cultura por encima de nuestras posibilidades»

¿Y qué asociación habéis elegido?

La asociación se llama Kifkif y es una asociación que tiene sede en Madrid y trabaja fundamentalmente aquí. Básicamente lo que hacen es trabajar con refugiados e inmigrantes LGTB. Gente que viene de otros países en los que se les persigue por su condición sexual. A día de hoy todavía hay 72 países en el mundo en los que, de una forma u otra, se persigue al colectivo, se le criminaliza. Algunos tienen incluso pena de muerte, es una barbaridad.

Esta asociación lo que hace es traerlos a Madrid y proporcionarles asistencia jurídica, es decir, les ayudan con el tema de la burocracia, a solicitar el asilo político, etc. Les dan asistencia psicológica y organizan actividades sociales para ellos, para que se conozcan y  no caigan en la exclusión.

Y bueno, pues decidí que quería donarlo a esta asociación porque el libro habla precisamente de eso. El libro habla de la persecución a la que estuvo sometido el colectivo durante la Segunda Guerra Mundial y que, 50 años después o más, esto siga ocurriendo, es muy fuerte. Tiene sentido que, si el libro genera algún tipo de beneficio, este beneficio vaya destinado a la continuidad de esa lucha.

¿Y como te sientes al saber que el ámbito de la cultura será uno de los sectores que más tarde vuelva a su actividad? 

Me siento frustrado e indignado, pero no estoy sorprendido. Yo no sé por qué en un país como España, en el que la cultura es algo tan increíblemente importante, seguimos sin entender y sin concederle la importancia que merece. Me frustra muchísimo, pero desde luego no me sorprende. Y afectarme, pues evidentemente me afecta de una manera increíble. El otro día, precisamente en Instagram, estuve publicando el trabajo de varios amigos artistas. Incitando un poco a la gente y recordándole que, en estos momentos más que nunca, los artistas necesitamos que nos apoyen. Es una situación que está afectando a todo el mundo por igual, en mayor o menor medida.

Pero es que un actor, por ejemplo, no sabe realmente cuando va a poder volver a trabajar porque a la calle saldremos eventualmente, pero no sabemos cuándo vamos a poder volver a llenar un teatro. Y entonces, ¿qué pasa con esa gente? Tenemos que ser conscientes de la importancia y del papel que juegan en la sociedad los actores, los cantantes, los escritores, los artistas en general. Yo creo que este confinamiento nos ha venido bien precisamente para eso.

Nos hemos dado cuenta de que estamos consumiendo cultura por encima de nuestras posibilidades, muchísimo más de lo que hacíamos antes porque estamos encerrados en casa. No tenemos opción de hacer otras cosas. Te lees un libro de papel y ese libro lo ha escrito alguien o esa película que tú estás viendo, la ha dirigido alguien.  Hay un montón de familias y un montón de personas que viven del mundo del arte en una vertiente u otra. No nos podemos olvidar de esta gente.

Ana Diaz Barranco

Madrileña y estudiante de Periodismo. Escribo sobre arte y cultura, la mayoría de las veces. Porque como decía Voltaire "La escritura es la pintura de la voz"

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