Muchas veces es difícil no caer en las nuevas tendencias, la posibilidad de lucir nuevos looks y estar a la última son tentadores, pero, ¿estamos comprando realmente de forma consciente?
“Vivimos tan rápido que el 70% de las decisiones de compra son inconscientes, aunque queramos imponer la lógica. Normalmente nosotros creemos actuar de una manera, pero nuestro cerebro va por libre. Es decir, cuando vamos a comprar algo, nos sentimos atraídos por un producto al identificarnos emocionalmente con él; y, tras comprarlo, justificamos el hecho con todos los argumentos lógicos posibles” comenta Laura Opazo, autora de Armario Sostenible y especialista en moda sostenible.
Sabiendo este dato, este puede ser un buen momento para comenzar a pararnos a pensar de qué forma estamos consumiendo y si sería conveniente comenzar con una forma de consumo más consciente.
“Un consumidor consciente es alguien que reflexiona, se detiene y vive de acuerdo con los valores e ideales en los que cree, y mira más allá de las tres bes (bueno, bonito, barato) a la hora de comprar, introduciendo los valores éticos en la ecuación, premiando y reconociendo el mérito a las empresas comprometidas” afirma Laura.
Un consumidor consciente sabe identificar aquellas marcas que comparten sus inquietudes y ponen todo su empeño por lanzar productos al mercado de la mayor confianza y con buenos valores.
A finales del siglo XX surgieron varios movimientos muy relacionados entre sí, como: el comercio justo, el ecologismo, el consumo local o el movimiento slow, que impulsaron al consumo consciente hacia una transformación del modelo socioeconómico y ambiental como elementos centrales.
“Tenemos que empoderarnos como consumidores y ser conscientes de que nosotros tenemos la sartén por el mango, y es tan claro como que, si queremos cambiar la sociedad, lo más fácil es cambiar nuestra forma de consumir y lo que consumimos” comenta la autora.
Y es que, cada compra que hacemos define el mundo que queremos vivir. Si dejamos de comprar productos de una marca determinada, esta tendrá que trabajar para adaptarse y decidamos concederle nuestra atención nuevamente. Así de simple. Vestirse es toda una declaración de intenciones que nos ayuda a manifestar, no solo nuestro estilo, sino también nuestros valores y principios.
Como consumidores, sabiendo lo que implica en el ámbito social y ambiental la industria textil, tenemos en nuestra mano la capacidad de poder apoyar un tipo de economía que potencia el equilibrio social, medioambiental y económico.
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