Bueno, todo empezó por un recuerdo efímero. Un recuerdo de hace ya más de tres años, así he vuelto a Starlite Festival en Marbella. La última vez que pisé el festival de la estrellas fue en 2016 y ahora que he vuelto, todo es diferente, aunque nada ha cambiado. Medidas de seguridad nuevas, nuevos conceptos de espectáculos y una vida cultural muy diferente a la que conociamos hace años. La vida ha cambiado, pero la esencia, se ha quedado.
Hoy tenía especial ilusión por asistir a este concierto, por darle un lugar en el panorama nacional a las bandas, las bandas que tanto hacen por nosotros y las que tan buenos ratos nos dan. Siempre con canciones positivas, listas y duraderas.
Empezamos la noche con 84, una banda de jóvenes madrileños que nos dejaron sin palabras cuando más de medio auditorio jaleaba sus canciones y bailaban al son de sus acordes. Fue increíble, unos cantantes que consideraban el directo, un momento único y brillante y lo aprovecharon para disfrutar y sentir las estrellas más cerca que nunca. Con un clima diferente al habitual y con separación con medidas de seguridad los chicos de Ochenta y Cuatro, vibraron como si del primer concierto se tratase.
Aunque si algo me hacía ilusión era acompañar al siguiente artista, un artista que la suerte le acompaña en su trabajo y que ha llegado al panorama musical para revolucionarlo. El vocalista de Sinsinati, Alvarito de Luna, nos conquistó bajo la luna de Marbella. Su voz, su actitud y su alegría desbordante nos dejó sin palabras. Se le veía disfrutar y sentir los minutos que pasaban mientras su voz nos hacía cómplice del disfrute. Ahí fue cuando llegaron sus palabras, unas palabras dedicadas a una de las voces más conocidas de las bandas, una estrella que brilla ahora más que nunca, el gran Pau Donés: ‘‘Le dedico esta canción a Pau porque sin darse cuenta, él me ha cambiado la vida» y con esas palabras entonaba las primeras notas de ‘La flaca’, la canción que hizo conocido a Álvaro de Luna y que bajo la luz de su propia luna ha brillado sobre el escenario.
Y bueno, llegó el momento de llegar al final, la última banda, el último artista y el último suspiro de la noche. Llegó Marlon para emocionarnos, hacernos disfrutar y hacernos saltar, saltar de alegría. Nos daba un motivo para ser felices, al igual que ellos. No paraba de repetir lo mismo, una y otra vez: ‘‘No quiero que esto acabe, porque cantar aquí es muy guay». El momento más tierno llegó cuando dedicaba su canción ‘Marzo en febrero’ a su pareja, la actriz Ana Fernández, con unas bonitas palabras: »Ana, te quiero». Y así, hasta el final, nos tuvo encandilados dejando pasar el tiempo y haciéndonos disfrutar bajo las estrellas de lo mejor que tiene nuestro país, una cultura que nunca debemos olvidar.
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